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MI_MAR_PRINCIPE
Príncipe
    Tecnica:
  1. Óleo sobre lienzo pegado a tabla
  2. Tamano: 200x75
  3. Estilo:
  4. Hiperrealista
  5. Tematica:
  6. Paisajista
  7. Disponible:

Una exposición de Diego Canca
Hay una vieja aspiración en la pintura, el ser espacio habitable, escultura, el burlar las inexorables leyes de la doble dimensión. Las fórmulas son distintas, y a una de las más actuales y convincentes llamaron los franceses trompe l’oeil. La pintura parece decoración, mobiliario, rincón doméstico olvidado y a la vez imprescindible. A este engaño ceremonioso y sonriente se aplica con deleite contagioso Diego Canca.
El relato que emana esta pintura nos aproxima a un juego conceptual lleno de gestos elegantes, nos propone una nueva ficción, y nos incita a traspasar los límites de la tarea pictórica. Los materiales ya no sugieren un sencillo y humilde intermediario, juegan a constituirse en solidez irreprochable y espacio multidimensional. El material con el que se expresa este género pictórico está asido a un tiempo que fecunda la percepción anecdótica, es un reclamo que agrieta la rutina cotidiana y exige una nueva y compleja colaboración del espectador.
El objeto pictórico que expone Canca en “Milenium” interfiere unos modos de percepción que el espectador creía dignos de confianza, pero al tiempo aplica sutiles truculencias que van desde la ironía a esa eficaz ingenuidad que nos ayuda a cuestionarnos nuestra propia representación del mundo. El material usado, siguiendo la vieja estela de los manierismos más excelsos, se señala con honda pulcritud, quizá en noble declamación.
La serialidad de algunas de sus aportaciones, como es frecuente en las exposiciones más influyentes de nuestro tiempo, ofrece un condicionante sistemático y un argumento narrativo a la muestra. Por otra parte, cuando el pintor ejerce su vocación de aspirar a declarar un conjunto de claves personales, usa títulos que sirven de anclaje a componentes autobiográficos.
Pero en esta exposición el pintor ejerce sobre todo la íntima aspiración de sorprender mágicos instantes de su trayectoria vital, ya como homenaje al barrio del Príncipe en Ceuta, o a la inquietante vereda de la creación sometida a la injuria del tiempo y al descaminado afán de la forma, de la música, de la escritura.
Es entonces cuando Diego Canca ejerce su transparencia más conmovedora, su desmesura más cordial, su más humana e intensa nostalgia de la totalidad.
Manuel Díaz Castillo. Doctor en Filología Románica.