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Diego Canca expo
“Mar… mi mar” de Diego Canca
13/11/2015 - 10/12/2015

Dice Canca: “Puedes nacer artista (imprescindible para ejercer en su día como tal), pero si no te formas a través del trabajo intenso, el estudio, la investigación, estar abierto a aprender siempre de los demás , etc… , no se llega a ninguna parte. El artista morirá de la misma forma que nació, sin dar señales de vida”
Y es que para nacer artista se hace necesario que surja una imperiosa necesidad en la mente del ser humano por la búsqueda del decir y del expresar, cuando la mente conecta con no se sabe qué o, quizá, con el más allá. De esta manera se produce el acto creativo y el hombre se convierta en el dios creador.
Y es que Diego Canca sabe que siente una dolorosa y perseverante necesidad en sus entrañas de estar siempre en la exploración de nuevos hallazgos artísticos para dar sentido al color, a la luz , a dibujos, a contenidos, a estilos y lenguajes nuevos, no solo en pintura, sino en la escultura y la narrativa; sobre todo, cuando él mismo, deliberadamente, impregna al aire de misterio y fantasía con la música.
Canca tiene asumido que le urge respirar cambios expresivos para oxigenar su mente creadora, por eso nos equivocaríamos, en rigor, si en lo encorsetáremos, con un raciocinio elemental, dentro de un determinado estilo, pues ello no nos ayudaría a comprender a este espíritu humanista privilegiado.
No recuerdo quién dijo que el estilo es una cárcel fabricada por el hombre para guarecerse en ella cuando tiene miedo, cuando se siente perdido o cuando no acierta a ser libre. Sin embargo, a Diego “le seduce el arte emergente. Marcan caminos nuevos, tendencias distintas a las que yo me quiero unir. Estos artistas son los que realmente me ayudan a seguir aprendiendo”.
Así, desde su propio pensamiento, podremos entender con más facilidad que la obra de Canca busca pertinazmente el alimento en esa continua lucha por renovarse para nutrir su espíritu innovador. Nos encontramos, pues, ante un artista nato, deseoso de evolución, sumando aportaciones personales que, en definitiva, nos conducen a la realización de un arte de confección propia.
El argumento compositivo del pintor ceutí está basado en diversas y variadas temáticas, delimitadas por un exhaustivo estudio de equilibrio, contrastes, tonalidades, pesos de las figuras etc…, que hacen que Diego Canca ejerza su magisterio creador como una leyenda viva de nuestro tiempo más allá de nuestras fronteras.

Pedro López Ávila
Catedrático de Lengua y Literatura y escritor

Una exposición de Diego Canca
Hay una vieja aspiración en la pintura, el ser espacio habitable, escultura, el burlar las inexorables leyes de la doble dimensión. Las fórmulas son distintas, y a una de las más actuales y convincentes llamaron los franceses trompe l’oeil. La pintura parece decoración, mobiliario, rincón doméstico olvidado y a la vez imprescindible. A este engaño ceremonioso y sonriente se aplica con deleite contagioso Diego Canca.
El relato que emana esta pintura nos aproxima a un juego conceptual lleno de gestos elegantes, nos propone una nueva ficción, y nos incita a traspasar los límites de la tarea pictórica. Los materiales ya no sugieren un sencillo y humilde intermediario, juegan a constituirse en solidez irreprochable y espacio multidimensional. El material con el que se expresa este género pictórico está asido a un tiempo que fecunda la percepción anecdótica, es un reclamo que agrieta la rutina cotidiana y exige una nueva y compleja colaboración del espectador.
El objeto pictórico que expone Canca en “Milenium” interfiere unos modos de percepción que el espectador creía dignos de confianza, pero al tiempo aplica sutiles truculencias que van desde la ironía a esa eficaz ingenuidad que nos ayuda a cuestionarnos nuestra propia representación del mundo. El material usado, siguiendo la vieja estela de los manierismos más excelsos, se señala con honda pulcritud, quizá en noble declamación.
La serialidad de algunas de sus aportaciones, como es frecuente en las exposiciones más influyentes de nuestro tiempo, ofrece un condicionante sistemático y un argumento narrativo a la muestra. Por otra parte, cuando el pintor ejerce su vocación de aspirar a declarar un conjunto de claves personales, usa títulos que sirven de anclaje a componentes autobiográficos.
Pero en esta exposición el pintor ejerce sobre todo la íntima aspiración de sorprender mágicos instantes de su trayectoria vital, ya como homenaje al barrio del Príncipe en Ceuta, o a la inquietante vereda de la creación sometida a la injuria del tiempo y al descaminado afán de la forma, de la música, de la escritura.
Es entonces cuando Diego Canca ejerce su transparencia más conmovedora, su desmesura más cordial, su más humana e intensa nostalgia de la totalidad.
Manuel Díaz Castillo. Doctor en Filología Románica.

Obras de la exposición